Capítulo 7
-Debes de estar de broma.
Una pradera preciosa, con una mata en el suelo. Encima de la manta hay una botella de algún tipo de vino dentro de una cubitera llena de hielo picado, dos copas y una caja de bombones. Todo esto se encuentra ante mí.
-No, no lo estoy –Dean se sienta en la manta y me hace un gesto para que le acompañe-. Como hemos salido tarde, el ambiente es cálido y teníamos que parar a volver a echar aire frio dentro de los globos aerostáticos. Sinceramente, no sé cómo lo harán, pero de eso se encargan Mike y Andrew. El caso es que tenemos un rato para los dos solos y ellos se ofrecieron a traernos esto en su camión.
Me siento a su lado sin responder y el abre la caja de bombones ofreciéndomelos. Cojo uno.
-Gracias –respondo. Aunque me gustaría poder decir mucho más. Dudo que un “gracias” por ofrecerme un bombón sea la respuesta que yo misma buscaba. En realidad deseo decir “Gracias. Por haber aparecido en mi vida y haberme acompañado día tras día, haciéndomelos más fácil. Gracias por haberme encontrado cuando éramos pequeños evitando así que mi mundo se derrumbase. Gracias. Por seguir protegiéndome a pesar de que ahora me conoces a mí y a mis cambios de humor tan repentinos. Gracias por ser tan distinto a mí y complementarme tan bien…” suspiro y vuelvo a susurrar- gracias.
-No hay de qué. –Me mira confuso.- Es un placer.
Oye –cambio de tema por la situación tan rara que se ha formado- ¿Te das cuenta de que has abandonado tu moto a su suerte?
-No te preocupes por eso –ríe- Imagínate que eres una ladrona y que un día vas por la calle y encuentras un saco de dinero, un pasamontañas y una pistola, ¿Cogerías el dinero? No. Y, ¿Quieres saber porque no lo harías? Pues porque Sabes que eso pertenece a alguien, y si esa persona es capaz de olvidar una pistola en medio de la calle, es porque tiene tantas que le es indiferente perder una. Tú no cogerías nada de alguien que ha perdido algo, que luego intentará recuperar, si sabes que esa persona es una amenaza para ti.
Dicho así, tiene lógica.
-¿Llevas una pistola en tu moto? –alzo una ceja
-No, pero mi esencia se mantiene en ella.
-¿Qué?- no puedo evitar reírme.
-No sabría cómo explicarlo, pero la gente no se acerca mucho. No sé qué imaginaran, pero temen meterse conmigo. –Dean se queda ausente unos segundos mirando la botella que está delante de nuestras narices. Por un momento me siento triste. Me da pena que Dean no pueda comportarse como un chico normal, que va de fiesta con sus amigos. Él prácticamente no tiene amigos. Se encoge de hombros- Bueno, la verdad es que si que se por qué no se acercan. –Sonríe de manera perversa- A veces me aprovecho de eso. Pobres humanos vulnerables,
Ambos sabemos cuál es el problema de Dean. Es como si en medio de un concierto, en el que todo el mundo parece divertirse, el tuviese una nube negra lloviendo sobre su cabeza. Puede que sea el mayor fan del grupo, el que más alto cante o el que mejor se sepa la letra, que nadie se acercara por el simple hecho de que no quiere mojarse. Pues esto es así, continuamente, en la vida de Dean. Pero por muy triste que parezca, no es tan malo. Ahora Dean sabe que la gente que está a su lado y que le rodea es gente que no tiene miedo al agua y que se mantendrá a su lado siempre tendiéndole un paraguas, en vez de salir corriendo cuando diluvie.
-La parte del almuerzo campestre del experimento incluía una botella de cava, pero supongo que a Ethan no le parecerá una buena idea.
Su vista sigue en la botella.
-Que cortes, por tu parte.
-Sí, bueno, ya sabes. Podríamos crear un accidente al abrir la botella.
-¿Qué?
-No creo que le hiciese mucha gracia que dejase ciega a su novia al abrir una botella de cava a la cual él no estaba invitado.
Rio al darme cuenta de su ironía al decir que lo que podría molestar a Ethan es que yo me haga daño al abrir la botella, en vez de que tome cava en lo que quiera que sea todo esto que ha planificado Dean.
-Y si no vamos a bebérnosla, ¿porque les has dicho que la traiga?
-Yo no he dicho que no fuésemos a hacerlo.
-Has dicho que a Ethan no le gustaría.
-¿Y desde cuando a mí me importa la opinión de ese tipo?
Dicho esto sirve dos copas y brindamos.
-Por el primer día juntos del resto de nuestras vidas –dice
-¿Qué? Dean, yo no estoy contigo. Estoy saliendo con Ethan.
-¿Cuántas veces tendré que decirte que no soy celoso? -da un pequeño trago al interior de su copa- Quizá hoy no estemos juntos, pero mañana lo estaremos, puedo esperar. De hecho llevo esperando un par de años y no me importa esperar otro par más. Pero debes comprender que no voy a ser el sujeta velas el resto de mis días porque a ti se te encapriche. Sé que cada día que pasa te gusto más, y debes saber que yo estoy enamorado de ti. Ahora solo queda esperar hasta que dejes de fingir ser tan fuerte o no tener ningún tipo de sentimientos hacia mí. Y debes aceptar eso cuanto antes, lo primero por ti, que sé que no lo estás pasando bien, después por Ethan, que vive engañado, y después por mí, que estoy sufriendo.
No dejo de pensar en las palabras que dijo Dean. Fue hace unos minutos. Al principio me quedé en blanco, sin saber que decir, luego creo que él ya dejó de esperar una respuesta, por lo que me relaje, y no la busqué.
Sin embargo, aunque no es un silencio incomodo, nos hemos quedado mudos, por lo que decido que lo mejor es cambiar de tema.
-¿Y porque cava? –Pregunto pensativa- ¿No había Coca-Cola?
Dean ríe. Parece haber olvidado todo lo anteriormente dicho.
-Normalmente es tradición. Veras, Los primeros que realizaron un vuelvo en globo fueron Jean-Francois, Pilâtre de Roziers y el Marqués d´Arlandes. Volaron sobre París –inclina la cabeza y me mira a los ojos tan intensamente que me siento desnuda ante él. Un escalofrío recorre mi columna vertebral y yo pruebo el vino, ante su atenta mirada- Quizá, algún día, tu y yo sobrevolemos parís. –Dice como si se le acabase de ocurrir, sin dejar de mirarme- ¿Qué te parece? Claro que para ello tendría que pedir permiso a tu madre con más tiempo. –Hace un gesto con la mano restándole importancia- Es posible que si la invitásemos sea más fácil de convencerla. He visto en sus ojos que tenía ganas de venir.
-Espera, ¿Qué? ¿Le has dicho a mi madre a dónde íbamos, y a mí no?
-Bueno, es tu madre. No te iba a dejar salir conmigo tan fácilmente.
-¿Por qué no?
-Soy un chico en la pubertad. De hecho, somos dos adolescentes de sexos opuestos. –Por un instante siento ver fuego a través de su mirada.
-¿Qué? –frunzo el entrecejo, aprovechando con eso para cambiar el rumbo de mi mirada hacia el césped- ¡Mi madre no piensa en esas cosas! Y sabes que siempre me deja salir contigo.
-Pero esto es algo más serio.
-Ella no sabría que es algo más serio si tú no se lo hubieses dicho. –refunfuño
-¿Te avergüenza salir conmigo, Amberley? –Esas palabras me hacen levantar la mirada al instante. No quiero que piense eso.
No sé cómo, pero cada vez nos hemos acercado más en esta lucha. Su cuerpo inclinado sobre el mío, sus labios entreabiertos, y su mirada seductora, me hacen perder el hilo de la conversación.
-¿Qué? ¡No!
-En ese caso no hago ningún mal en decírselo, sino todo lo contrario.
Cuando pronuncia esas últimas palabras me doy cuenta de cual es realmente su intención.
-No pretendes decirle a mi madre donde vamos para que se sienta mejor. Tu intención es que ella te adore.
-Una madre debe saber qué tipo de gente se relaciona con su hija. Yo solo pretendo hacerla ver que entre toda la gente posible, yo soy la mejor opción.
-No me puedo creer que juegues tan sucio. –gruño.
-Bueno, ¿me vas a dejar seguir contándote la tradición?
-Continua –bufo.
-Bien –dice ajeno a todo lo que acaba de suceder- Estos tres señores, tras su vuelo sobre París en 1783, celebraron acontecimiento brindando con champagne. Desde entonces es tradición que los guías de cualquier vuelo lo ofrezcan, aunque yo pedí expresamente cava. Lo hace diferente a otros vuelos. Lo hace exclusivo, único, y sobretodo, nuestro.
-Menuda tontería, si lo quisieses hacer único habrías pedido Coca-Cola.
-Quizá Ethan hubiese hecho eso, pero yo tengo más clase y se cuándo hay que diferenciar un picnic con una chica bonita a una cita romántica con el amor de mi vida.
-gilipolleces –digo ignorando la lavadora de mariposas dando vueltas que se ha formado en mi vientre.
En ese momento se acerca Mike
-chicos, es hora de regresar, sino lo hacemos ahora, es posible que luego que el aire este muy caliente no podamos volar.
Me da pena tener que abandonar el picnic ahora. Sobre todo porque no quiero que Dean se tenga que alejar. Más bien, deseo que se abalance contra mis labios en un momento de desenfreno. De hecho, por un instante se me ocurre la locura de hacerlo yo. Siempre podría culpar a la botella de cava, casi sin impezar, que se encuentra ante nosotros. Me muerdo el labio intentando controlarme cuando Dean me mira. Acto seguido mira la botella y después otra vez a mí, atónito.
Sus expresiones dejan bien claro que o yo no sé disimular o él sabe leer la mente. Me sonrojo.
-vale, vámonos -Digo levantadme bruscamente
-ah, sí por cierto -Dice Mike como si acabase de recordar algo-, ¿No te había dicho que no saltaras?
-¿Qué? -pregunto sorprendida
Él niega con la cabeza suspirando.
-Adolescentes… -dice en voz baja mientras da media vuelta y se va por donde ha venido- Vasta para que les digas que no a algo para que quieran probarlo.
Dicho esto, nos volvió a ayudar a subir en el globo y repetimos el proceso del paso uno de Dean. Esta vez el aterrizaje fue un poco más triste ya que no quería dejar de volar.
Después de esta experiencia, siento que mi vida pertenece al cielo y que debo dejarme llevar por el viento, flotando entre las nubes acompañada de un ala delta el resto de mi vida.
Después de llegar a tierra firme, ayudamos a Mike y a Andrew a guardar los globos en el camión. Viéndolos más de cerca y observando todos sus componentes, me parece aún más increíble que algo así pueda volar. Cuando terminamos nos despedimos, se montan en el camión y se van, dejándonos solos.
Efectivamente al apartar el camión podemos ver la moto detrás del lugar que este ocupaba. Sigue ahí plantada, riéndose de mí. ¿Cómo pude pensar que se la llevarían? Lo que más rabia me da es que Dean no haya comprobado en ningún momento si seguía ahí –y llevamos una hora recogiendo-, y que al verla, le haya salido su mirada de superioridad dirigida, con ambas manos en la cadera, hacia la moto.
-Te lo dije
-No deberías conducir habiendo bebido cava. -replico
-Solo lo he probado. No he llegado ni al medio vaso.
Es cierto, solo lo probo con el brindis, pero necesito replicarle algo para que se dé cuenta de que no es tan superior, que es como se siente en estos momentos. Él me mira sonriendo, como si hubiese vuelto a leerme la mente.
-Estas muy guapa cuando te enfadas, pero me encantaría poder ver cuán preciosa puedes llegar a ser con una sonrisa en tu rosto.
Se sube en la moto y yo hago lo mismo ignorando lo que ha dicho, otra vez.
Conduce unos 10 kilómetros en dirección contraria a la que debería ir, hasta llegar a una gasolinera. Se baja de la moto y entra en la pequeña tienda a pagar al empleado por la gasolina. Aprovecho para sacar el móvil del pequeño bolso y mirar la hora. Son las dos de la tarde y ya debería estar en casa preparada para comer, por lo que le mando un mensaje a mi madre: “Estamos de camino, en seguida llegamos a casa.”, cuando me dispongo a guardar el móvil otra vez en el bolso, veo la delicada pluma. La observo atentamente y me da la impresión de que ahora tiene algo más de color, como si desprendiese luz. Decido no hacerle ningún caso, es posible que ahora que veo las cosas con un poco más de optimismo, lo vea diferente a la realidad, por lo que guardo el móvil e ignoro lo visto. Acto seguido vuelve Dean y carga el depósito.
El camino a casa es más silencioso y tranquilo. Ya no tenemos los nervios del principio del día, y además, ambos nos sentimos cansados por todo el derroche de adrenalina que hemos hecho hoy. También hay más coches en la carretera, lo cual impide a Dean conducir más rápido.
En cuanto llegamos a casa me bajo de la moto y me quito el casco. Se lo doy a Dean y le doy las gracias por todo. Llamo al timbre de casa, pero mi madre tarda en abrir. Mientras espero me doy cuenta de que Dean está detrás de mi amarrando la moto a una farola que hay enfrente de mi casa. Lo hace demasiado lento y cuando le miro, me doy cuenta de que no me quita los ojos de encima. Aparto la mirada y miro hacia la puerta sin abrir. Aun noto la mirada de Dean sobre mi nuca, poniéndome cada vez más nerviosa. Vuelvo a llamar al timbre y no obtengo respuesta. Me vuelvo a girar y Dean sigue lentamente quitándose su casco.
-Si no hay nadie, puedes venirte a mi casa si quieres.
Ir a su casa, en donde estaremos solos, es un riesgo muy grande.
-No gracias, esperare.
Lo peor de todo es que no sería riesgo si no desease con tantas ganas estar a solas con Dean.
De pronto mi madre abre la puerta, con una espátula en la mano.
-Perdona hija, estaba haciendo la comida y no podía abrirte. –mira a Dean- ¿Te quedas a comer?
Que diga que no, que diga que no. Pienso. Dean me mira y después a mi madre.
-Creo que hoy no, pero muchas gracias por la invitación.
-Como quieras.
Acto seguido entro en casa y antes de terminar de cerrar la puerta, mi madre me avalancha a preguntas.
-¿Y bien? cuéntame, ¿Cómo ha ido? ¿Qué habéis hecho?
-¿No debería tener una amiga para contarle este tipo de cosas?
-Bueno, creo que después de desaparecer todo el día con Dean merezco una explicación. Soy tu madre. Puedo preguntarte y fantasear contigo, o limitarme obligarte a contármelo.
-¿Sabes? ¡Eres la mejor Mami-Amiga del mundo! -digo en un tono sarcástico- Sobre todo porque sabes las cosas antes que yo. –añado alzando una ceja esperando respuesta.
-oh, así que te dijo que me lo contó. –mi madre se sonroja.
-sí, no hace falta que finjas.
-vale, bueno, y ¿cómo te lo has pasado? –Parece estar intentando ser madura cuando de pronto grita- ¡Cuéntamelo todo! ¿Te has divertido? He estado tentada a llamarte un par de veces, pero no quería interrumpir. ¿Qué se siente? ¿Sube muy alto? ¿Es cierto que él pilotó el vuestro? Tengo entendido que estuvo dando clases… ¿Has pasado frio? Veo que sí, porque llevas su chaqueta. ¿Tienes hambre? ¿Qué te parece si me lo cuentas todo mientras hacemos algo para comer?
Mi madre está súper nerviosa y acelerada. Habla tan rápido que me cuesta seguirla. Me limito en sonreír y a disfrutar mi alegría. Esta vez es una sonrisa de verdad, y no debo fingir nada. Hace mucho tiempo que no me sentía así. Y todo gracias a Dean Canterville.