Capítulo 3

En cuanto llegamos a casa, nos bajamos de la moto. Dean me entrega la mochila y amarra la moto a una farola de la calle, mientras yo me doy la vuelta y empiezo a andar hacia el portal, sacando las llaves de la mochila. Cuando termina, me sigue hasta mi casa, yo finjo que no me doy cuenta y meto la llave en la cerradura. Cuando la puerta se abre, entro por una abertura pequeña, evitando así que se habrá del todo, y con ello evitando que él entre también. Cuando voy a cerrar la puerta dejándolo fuera, mete un pie entre la rendija que faltaba para que la puerta estuviese completamente cerrada.

-¿No vas a dejarme pasar? -Es una pregunta retórica. No espera que le responda, sino que le abra la puerta y le invite amablemente a comer, todo ello con una falsa sonrisa en mi rostro de continuo, como si estuviese encantada de hacerlo, cuando en verdad no es así.

-Vives enfrente -Me aferro a esa respuesta esperando que se vaya.

-Dicen que hay que ser hospitalarios con los vecinos -dice como si fuese obvio- tu no lo estas siendo.

-¿No prefieres ir a tu casa y relajarte lo que queda de tarde?

-¿porque iba a preferirlo?

-Porque ya has hecho más que de sobra recogiéndome de clase y trayéndome hasta aquí.

-Te olvidas de lo de tu reputación.

-¿Disculpa?

-Ignoras el hecho de que yo haya aparecido ahí, ¿Sabes cuantas chicas querrán ser tus amigas después de haberte visto conmigo? -se inclina y mete la cabeza dentro de casa y acerca mucho su cara a la mía. Esta tan cerca que noto su respiración sobre mi cuello y sus ojos sobre mis labios. Sé que lo prudente seria apartarme, pero algo me lo impide y no logro hacerlo. Solo cuando me aparta un mecho de pelo de la cara, me doy cuenta de que también tiene los brazos dentro. Se inclina un poco más, sobre mi oído- Más de las que crees -Me susurra haciendo que un cosquilleo baje desde mi cuello hasta mi vientre.

Empuja desde dentro la puerta, abriéndola más,  apartándome para pasar a casa, aprovechando que estoy anonada. Le observo caminar por el pasillo del recibidor y entrar en la cocina como si fuese suya.

Cuando el pequeño Sock se me pasa, voy lentamente hacia la cocina, donde esta él.

-¿Quieres macarrones o lasaña? –Dean tiene la cabeza dentro de mi nevera y está sacando mi comida como si fuese suya.

-¡Vete! –me acerco rápido a él y le aparto cerrando la nevera y apoyando la espalda sobre ella para que no la abra.

-¿Por qué?- Dean me arrincona poniendo sus fuertes y musculosos brazos uno a cada lado de mi cuerpo y me mira con esa mirada que insinúa problemas. –Tú no quieres que me vaya.

Es cierto, quiero que se quede.

Suspiro.

-Estate quietecito, ¿Vale? -le doy un pequeño golpe en la parte interna del codo de cada uno de sus brazos con los dorsos de mis manos, haciendo así que se le doblen los brazos y pierda el equilibrio, pero también que esté más cerca. Le aparto de un empujón- Ve calentando la comida, yo tengo que hacer una llamada- escapo por debajo de sus brazos y cojo el teléfono de la mesa.

- ¿Y qué quieres de com...?

-¡me es indiferente! -Le interrumpo- estate calladito y haz lo que te he dicho.

Salgo de la cocina

-Señor, sí, señor -dice muy alto en tono firme, para que le oiga bien.

Hago una mueca, a pesar de que su burla me ha hecho gracia, mientras marco el número de Ethan, y espero a que responda.

-Hola preciosa –siento su sonrisa al otro lado de la pantalla- ¿Vas a venir?

-Claro, aunque antes debo comer. ¿A qué hora es?

-Tienes tiempo, es en dos horas.

-¡Perfecto! –Suelto un gritito de alegría y al momento me pongo roja al ver a Dean mirándome- Allí estaré.

-Ya está la comida, cielo –dice Dean acercándose a mí.- por cierto, se me ha ocurrido que podrías ser buena y dejarme ir contigo esta tarde.

Tapo el teléfono con la mano y me lo aparto un poco de los labios.

-¿Pero qué haces? –Gruño a Dean- Es inevitable que no te haya escuchado.

-¿Amberley? –ese es Ethan, supongo que extrañado, por haberle escuchado

-oh, ¿en serio? ¡Cuánto lo siento! –dice Dean con tono irónico entrando en la cocina.

Me alejo yo también, y voy, de morros, al salón.

-perdona, Ethan. Era mi vecino –Aclaro

-ah. ¿Y no tiene casa?

-sí, pero se le han olvidado las llaves dentro. No podrá entrar hasta que lleguen sus padres del trabajo así que me he ofrecido a dejarle comer aquí. –digo inventándomelo sobre la marcha.

-No me extraña que le hayas invitado, parece que tenéis mucha confianza.

-¿eh?

-Te ha llamado “Cielo” como si tal cosa.

Mierda.

-Sí, bueno. Él es así. Pero no tienes de que preocuparte.

-ah, ¿No? –A pesar de que la conversación es un poco tensa, ambos hablamos tranquilos, por lo que me es más fácil pensar como engañarle. - ¿Y eso por qué?

-No soy su tipo.

-¿Y cuál es su tipo?

-tu.

-¿Qué?

-Sí, ya sabes. Deportistas, atléticos , guapos…

-ah. –Supongo que Ethan ya ha entendido a que me refiero por que añade rápidamente- Bueno, te tengo que dejar, luego te veo. Te quiero.

Me cuelga antes de que yo le dé una respuesta, pero yo mantengo el teléfono en mi oído reflexionando mientras escucho el pitidito que indica que no hay línea. Dean entra en el salón y me señala la puerta de la cocina, indicándome que ya está la comida. No hace comentario alguno, supongo que porque piensa que aún estoy hablando por teléfono, y se va.

El chico se aleja con sus zapatillas desgastadas, sus vaqueros rotos ligeramente caídos sobre sus caderas y una camiseta negra de pico, ceñida que llevaba debajo de la chaqueta de cuero. Camina con esos pasos firmes y chulos, con ese aire de superioridad que huele a problemas, tiene el pelo revuelto y despeinado cayéndole suavemente por la frente y esos ojos azules tan intensos que podrían iluminar la ciudad de Nueva York,  solo con su luz propia. 

¡Es imposible hacerle creer a Ethan que es homosexual!

Entro en la cocina y le observo mientras coloca los platos, con su habitual elegancia sobre la mesa. Sí, me va a ser súper difícil convencer a Ethan.

-¿Qué te ha dicho? –Dean intenta ocultar su sonrisa mientras se acerca a mí. Me pone las manos sobre los hombros y añade- ¿Puedo unirme a la fiesta?

-No hay ninguna fiesta –Me siento fingiendo enfado. Para colmo, iba enserio lo que ha dicho de ir… ¡No puedo presentarme con Dean así!- Es un partido de futbol. Ya sabes, gente animando a unos cuantos que dan patadas a un balón. –Intento decirlo de una manera que lo haga parecer indeseable, como si  fuese una tortura el tener que ir, y diga que no porque crea que le resultara aburrido.

-Vaya. No se te ve muy animada con la idea de ir, ¿Por qué vas?

Ethan es el capitán de su equipo por esta temporada. Por eso, a pesar de que a mí el fútbol no me apasione, me voy a esforzar por no faltar a ninguno de los partidos amistosos en los que juegue como capitán, sé que le hace mucha ilusión. 

-Ethan es uno de los jugadores.

La verdad es que no nos gusta ir diciendo  por ahí que es el capitán. A él,  porque queda como un creído, y porque aunque sea el capitán,  no tiene ningún privilegio frente al resto del grupo, por lo que es una tontería decirlo. A mí, porque cada vez que lo digo la gente se imagina al típico chico popular, rodeado de animadoras, que hace fiestas súper divertidas en su mansión, como en las películas americanas, y eso, no es cierto.

-¿Ethan…? –entrecierra los ojos pensativo, fingiendo que le cuesta mucho acordarse de quien es- Me resulta familiar ese nombre, ¿lo conozco?

Pongo los ojos en blanco sentándome para empezar a comer.

-Es el chico con el que hablaba antes.

-oh, sí. Ya lo recuerdo. Tu “novio” –Dean hace comillas con los dedos al decir la última palabra y se sienta también, en frente mía.

-¿Disculpa?

-Oh, vamos. ¿Cuánto tiempo más vas a querer seguir fingiendo nuestro amor? Está claro que él solo es una absurda tapadera.

Eso es mentira. Vale,  es cierto que Dean me gusta mucho,  pero estoy tan acostumbrada a ser solo su amiga, que ya me es imposible verlo de otra manera. Pero por otro lado Ethan es el único chico con el que he sentido algo parecido al amor. No, no estoy diciendo que este con él por no poder estar con Dean, estoy diciendo que Dean para mi es como ese ídolo del que todas las adolescentes están enamoradas y por las que se vuelven locas, y Ethan es como el novio de esas chicas: ellas le quieren, pero la admiración que sienten por él, jamás alcanzara la que sientan por el famoso. Al igual que el cariño que quiera que tengan a ese famoso, no se acercara ni de lejos al que tienen a su pareja. 

Sin embargo, si yo le digo esto a Ethan, dudo mucho que quiera comprenderlo y me costara muchas explicaciones, para las cuales no tengo tiempo. Y si se lo digo a Dean, se le subirán los humos y se volverá aun más insoportable.

-Estoy con Ethan porque quiero. No finjo nada, de hecho te agradecería que no intervinieses para intentar sabotearnos la relación.

Por un momento Dean aprieta los dientes, marcando su mandíbula  y justo cuando pienso que no le ha gustado el comentario, saca a relucir su gran sonrisa.

-está bien, perdona.

Abro los ojos como platos y lo miro.

-¿Que has dicho? -estoy anonada, sin dar crédito.

-he dicho que no me voy a interponer en lo vuestro, y que te voy a apoyar en tu relación. De hecho, espero que esta tarde nos presentes, para poder deciros a ambos que tenéis mi apoyo, en persona.

No tiene ni su habitual sonrisa, ni los ojos entrecerrados, su rostro refleja una de esas caras de póker, por lo que podría estar hablando en serio. Sin embargo, su tono irónico lo delata.

No puedo ir ahí, para ver a Ethan y presentarle a Dean, quien se supone que es gay, y sé que no me lo pondrá fácil. Además  creo que trama algo, y que no va solo a "conocerlo", como dice él.

De pronto, se me ocurre una idea.

-no puedes ir así vestido

-¿Porque no?

-llamarías la atención

-yo siempre llamo la atención

-Esta tarde no

-¿Qué quieres decir?

Si mi plan funcionase, habría una pequeña posibilidad de que Ethan piense que de verdad es gay y que Dean no sospechase nada.

-Quiero decir que vas a un partido amistoso, de aficionados. Y así vestido parece que buscas problemas, por lo que no encajarías.

-¿Y qué pretendes que haga?

-Deberías de cambiarte de ropa -Dean arquea una ceja- sí, ya sabes, algo más sencillo.

-¿Y que hay más sencillo que unos vaqueros, unas deportivas y una camiseta?

Dicho así, es cierto que parece sencillo, pero con tan solo verle, el significado de sencillez, cambia.

-Un chándal

Él ríe.

-Yo no me pongo chándales.

-¿Seguro?

Ahora soy yo quien aquea una ceja.

-Sí, -se inclina hacia delante- completamente seguro.

 

 

Llegamos al polideportivo donde tendrá lugar el partido. Como juegan al fútbol sala,  jugaran dentro. Dean aparca la moto fuera y yo le entrego el casco y entro sin esperarle, buscando a Ethan. Hoy es mas tarde que otras veces, ya que convencer a Dean ha sido muy complicado. Tan solo he conseguido que cambie la chaqueta de cuero por un jersey, pero el cambio le hace parecer diferente. Dean sabe que este momento es importante para mí, y supongo que por eso, ha tenido bastante paciencia. Dudo mucho que sepa que mis intenciones son mucho más complicadas que una presentación normal, pero sabe que no será un momento que pasara por alto, por lo que me ha dejado ir a su casa y cambiarle un millón de veces de ropa hasta que hemos optado por el jersey. Aun así, me he dado cuenta de que al llevarlo él, sea lo que sea, se transforma en algo mucho más complejo que una camiseta, una sudadera o incluso unos pantalones. Dean sigue teniendo esa llama dentro de él que le hace oscuro, se ponga lo que se ponga, se peine como se peine, o lo mire quien lo mire, pero el calor que desprende esta llama, se puede disimular si encuentras un poco de nieve. Aunque pensándolo mejor, Dean seria ese trozo de hielo, que solo puede disimular frío, aplicándole calor.

 

Como siempre que he ido a algún partido, voy primero al aparcamiento, el cual está al otro lado de donde ha dejado la moto. No he querido llevar a Dean ahí, y dudo que sepa de su existencia, por lo que supongo que no hay problema. Atravieso el edificio, empujo la pesada puerta. Salgo en el aparcamiento. Y veo a Ethan con sus amigos, la mayoría, jugadores también. A parte de los chicos, hay también alguna chica, la mayoría novias del grupo. Me acerco a ellos y escucho a la puerta cerrarse sonoramente, detrás de mí. Les saludo, a Ethan con un beso en la mejilla y al resto con una sonrisa acompañada de una inclinación de cabeza. Todos me devuelven el saludo de la misma forma, excepto él, que me atrae hacia sí, envolviendo mi cintura con sus brazos.

-¿Nerviosos? –pregunto dirigiéndome al resto de jugadores.

Me es fácil saber cuáles son jugadores y cuáles no, porque estos, ya tienen puesto el uniforme deportivo que se basa en una camiseta azul cielo con el símbolo y el nombre del equipo, y unos pantalones cortos blancos.

Algunos asienten, y otros, al igual que Ethan niegan con la cabeza. Sonrío. Sé que para Ethan, al igual que para otros muchos, esto es una de las cosas que más les gustan, y que para ellos es imposible ponerse nervioso después de haber jugado un mínimo número de partidos.

Escucho que la puerta vuelve a cerrarse, bruscamente, a mis espaldas por lo que me giro y veo ahí a Dean. Por un momento me había olvidado de él, seguramente llevase tiempo buscándome.

-te presento a mi vecino –me aparto de Ethan y voy hacia donde esta Dean, el cual, a esa distancia, estoy segura de que ha sido incapaz de escucharme.

Sin embargo, yo sí que escucho a mis espaldas como  una de las chicas dice la hora alarmada, y todos se levantan para entrar mientras Ethan dice que el ira unos segundos más tarde.

Es la hora de la verdad, ya no hay vuelta atrás. Cierro los ojos, respiro hondo y cuando los vuelvo a abrir, ya estoy transformada en la actriz que soy siempre en la CIAG, a la que nunca han pillado una sola mentira.

Aparto a Dean de la puerta, ya que es por donde están saliendo todos, y añado en voz baja:

-No sé cuáles son tus intenciones al venir, pero si vas a gastar alguna bromita, espero que no hagas referencia al hecho de que lleva la cremallera de los pantalones bajada –finjo preocupación- Le daría mucha vergüenza saber que ha estado todo este tiempo con la bragueta abierta.

Dean sonríe complacido.

-Demasiada información tentadora, ¿no crees? –Dice con una sonrisa ladeada y una ceja levantada.

Yo me encojo de hombros y justo un segundo después Ethan se acerca.

Les presento y ellos se dan un formal apretón de manos. Ethan parece estar bastante más tranquilo que cuando hablamos por teléfono y Dean se está comportando bastante bien.

Y entonces, llega el momento, para mí, tan esperado: Dean, mira disimuladamente –o eso es lo que él cree- Un punto situado entre la cadera y los muslos de Ethan, supongo que, para comprobar que eso que he dicho sobre que lleva la bragueta desabrochada, es cierto. Todo sería normal, de no ser porque en los pantalones del uniforme deportivo de Ethan, no hay ninguna cremallera.

Ethan, que estaba contándonos contra quien tenía lugar el partido tan solo unos minutos después, se calla, al haber percibido el gesto de Dean. Supongo que mis anteriores palabras de “Tu eres su tipo.” “Sí, ya sabes. Deportistas, atléticos, guapos…” Están dando vueltas por su cabeza.

Yo sonrió satisfecha para mis adentros, mientras que Dean se pone rojo al darse cuenta de que Ethan le ha visto y que no tiene argumentos para darle una buena excusa que parezca creíble. Nunca me había parecido tan vulnerable y yo intento calmar mis ganas de reír, mordiéndome la parte interna de la mejilla hasta hacerme daño. En vez de decir algo, Dean se limita a mirarme en silencio, y a pesar de que no dice nada, puedo escuchar su mensaje telepático: ¿Por qué demonios me has dicho eso? – y después de su cara de comprensión (con los ojos como platos), al darse cuenta de que hay gato encerrado-Debemos hablar en cuanto salgamos de aquí.

Por suerte, Ethan decide que en esta tensa e incómoda situación, es buen momento para irse, ya que el capitán no puede llegar tarde a los partidos. Lo cual, yo sé que solo es una verdad a medias, y que en parte es una excusa.

Se despiden de forma formal, como si nada hubiese pasado a pesar de que el ambiente es un poco más frío. Después Ethan se despide de mi con un beso en los labios –un poco más intenso de lo que yo habría esperado, supongo que para “marcar su territorio”, por si aún no estaba del todo claro-,  aunque según él, es para que le de suerte en el partido.