Capítulo 14
Dean es muy cabezón y siempre consigue todo aquello que se propone, así que después de que apareciese con los helados, nos los comimos dando un paseo hasta la moto. Aunque al principio me puse de morros porque no me apetecía, rápidamente me di cuenta de que un poco de azúcar era todo lo que necesitaba para empezar a sentirme mejor.
Cuando llegamos a la moto ya me he terminado el mío y a Dean tan solo le quedaba la galleta del final del suyo, la cual comparte conmigo, alegando que yo la necesito más que él.
-¡Vaya! –Se para frente a la moto- Con lo rápido que lo has comido, cualquiera diría que el motivo por el que no querías helado era completamente distinto al de estudiar.
-¿Qué?
-Que algo me dice que sigues pretendiendo fingir que entre nosotros no hay nada, solo para estar bien con tu noviecito.
Recuerdo el hecho de que Ethan y yo ya no estamos juntos, pero omito contárselo. En vez de eso, me quedo callada.
Cuando termina su helado me tiende el casco y añade:
-Sé que pronto cambiaras de opinión.
El aire fresco me agita el pelo que no está tapado por el casco. Dean volvió a ponerse su casco antes de irnos, por lo que imagino que seguimos teniendo alguna conversación pendiente.
-Bien, suéltalo ya –Digo cuando me doy cuenta de que en pocas manzanas llegaremos a casa.
-Intentaba dar emoción al asunto –Dice con un tono fresco y despreocupado. Muy distinto al de hace unas horas-. El señor bowell quiere que me de unas vacaciones.
-Vaya, eso es una gran noticia –Ahora que lo pienso, no recuerdo a nadie de la C.I.A.G que haya tenido vacaciones en los últimos ocho años. Yo ingrese en el centro hace ocho años, pero me arriesgaría a decir que tampoco daban vacaciones antes de eso. -¿Por qué crees que lo ha dicho?
-Dice que estar en la C.I.A.G tantas horas semanales provoca que me altere muy rápidamente. Dijo que aunque esta ha sido la única vez que he mostrado indicios de que la situación me supera, solo soy un adolescente.
-¿A qué te refieres?
-Él cree que solo soy un humano. Y no solo eso, sino que encima soy un adolescente. Dice que llevo allí ocho constantes años sin descanso alguno y que aunque no me he quejado, está bien hacer una pausa de vez en cuando.
Aunque en la C.I.A.G no hay vacaciones, siempre podemos hablar con el señor bowell para faltar algún día, y él siempre nos concede el permiso. Piensa que no todas las personas deben tener los mismos días porque no todas somos iguales, asique en vez de conceder a sus empleados –o pacientes, como es mi caso- un número de días anuales, deja libertad para que cuando alguien quiera descansar, o necesite faltar, lo haga, siempre y cuando no seamos abusivos y avisemos con dos días de antelación. Me gusta porque no pone ni máximos ni mínimos, pero me extraña que diga eso porque él nunca lo ha llamado vacaciones como tal.
-¿Pero porque crees que te lo ha dicho?
-Pues porque desde que entre ese día en el hotel, gritando que había conocido a mi ángel pero que él ya había vuelto al cielo, no sin antes recomendarme ir allí, el señor Bowell me reclutó. Muchos dijeron que antes deberían hacerme pruebas porque no era normal preparar a un niño de nueve años para trabajar allí, pero él no les hizo caso y me entrenó para ser el mejor empleado. Ahora piensa que quizá todo eso me trastornaré y que por eso pienso que va a haber una guerra. Según él necesito un descanso para así volver a ver el mundo con claridad y no pensar sola y únicamente en ángeles.
Ahora lo comprendo.
-¿Y qué le has dicho?
-Que no. He insistido en la guerra y en que no me puedo ir ahora. Aferrarme a esa idea es lo único que puedo hacer para que no me obligue a irme -Noto que se encoje de hombros-. Ya piensa que me estoy volviendo paranoico, así que no tengo nada que perder.
Yo suelto una risita y por primera vez pienso en una posible guerra en la que todos probablemente moriremos. Aparto esos oscuros pensamientos de mi mente lo más rápido que puedo y me aferro con más fuerza al abdomen de Dean apoyando mi cabeza en su espalda durante el resto del camino.
Cuando Dean me deja en casa, lo primero que hago es ir a la cocina, donde está mi madre. Como los lunes no trabaja, lleva todo el día en casa.
La saludo y voy a mi habitación deseando tirarme sobre la cama. En realidad el único examen que tengo es de literatura: sobre Romeo y Julieta y tengo paneado pasar toda la tarde tumbada en mi habitación leyéndolo.
Sin embargo, cuando abro la puerta y observo lo que tengo ante mis ojos, todo signo de cansancio desaparece. Entro en mi cuarto tímidamente.
Está lleno de globos de helio en el techo, los cuales están atados a unas cuerdas de colores que caen hasta quedar a un metro y medio del suelo. En el extremo de cada cuerda hay una fotografía. Me acerco a la más cercana, y compruebo que en ella salimos Dean y yo en el globo.
Me da la sensación de que hace años de este momento, a pesar de que lo dijo hace un par de días.
En la siguiente fotografía estamos sentados en el césped. Dean tiene la botella de cava entre sus manos. Nos miramos intensamente el uno al otro. Es como si pudiese escuchar sus palabras en mi mente:
“Quizá hoy no estemos juntos, pero mañana lo estaremos, puedo esperar. De hecho llevo esperando un par de años y no me importa esperar otro par más. Pero debes comprender que no voy a ser el sujeta velas el resto de mis días porque a ti se te encapriche. Sé que cada día que pasa te gusto más, y debes saber que yo estoy enamorado de ti. Ahora solo queda esperar hasta que dejes de fingir ser tan fuerte o no tener ningún tipo de sentimientos hacia mí. Y debes aceptar eso cuanto antes, lo primero por ti, que sé que no lo estás pasando bien, después por Ethan, que vive engañado, y después por mí, que estoy sufriendo.”
Voy pasando de fotografía en fotografía, mientras una sonrisa bobalicona aparece en mi rostro.
De pronto escucho a alguien toser en la puerta y me giro esperando que sea Dean.
Es mi madre.
-Toma. –Me tiende el teléfono fijo- Es para ti.
Lo cojo. Estaba tan concentrada en las fotos que no lo escuche sonar.
-Gracias. –respondo. Ella alza una ceja mirando a su alrededor, me sonríe y se va sin hacer ningún comentario.
-¿Quién es? –digo al teléfono
-Hola, preciosa
-¿Cuando has preparado esto? –Pregunto a Dean nada más escuchar su voz al otro lado.
-Shh, tranquila. –Habla con mucha calma, mientras que yo, por el contrario estoy muy emocionada y no soy capaz de ocultarlo- Te ves alterada.
En cuanto dice esto, me giro hacia la ventana. Dean está al otro lado y me observa sonriente.
-¿ Y bien? –Insisto nerviosa.
-Ayer por la noche, mientras estabas en el cumpleaños, salí a comprar los globos.
-Me refiero a las fotos.
-Ya sabes que Andrew era fotógrafo. ¿Porque crees que fue sino?
-ah, es cierto –digo comenzando a comprender- Pero hay algo que no entiendo. Ayer estuviste en cas… -Me callo porque de pronto recuerdo al chico del autobús que me observaba atentamente.- ¿Me seguiste? –Pregunto sospechando que era él.
La sonrisa desaparece de su rostro.
-Bueno, no exactamente –le miro indignada por la ventana- Yo salí a comprar.
-Venden globos en sitios mucho más cercanos, para los cuales no se necesita ir en autobús.
Intenta reprimir una sonrisa.
-Me gustan los del sitio donde los compré. Siempre voy allí. Es una manía mía.
-¡Tú nunca compras globos!
Ya no puede aguantar más y una enorme sonrisa de oreja a oreja ilumina su rostro.
-¿Y tú como sabes eso? ¿Me espías? –Me imita y esta vez soy yo quien se muerde el labio para evitar reír- Que sepas que eso está muy feo…
Rio.
-¡Hablo en serio! No quiero que hagas eso.- Echo la cortina de mi habitación, bruscamente, para que sepa que aunque me rio me molesta.
-Pero tú misma lo dijiste. Poco te iba a poder proteger quedándome en tu casa.
-Despues de comprar los globos, ¿fuiste directamente a casa?
-Sí. –hace una pausa, y después de unos instantes añade- ¿Por qué?
-No, por nada.
No quiero que sepa que lo deje con Ethan. Aún no.
-Da igual. Sea lo que sea lo averiguaré.
Me cuelga el teléfono y yo lo dejo sobre la cama mientras sigo viendo las fotos. Cuando termino de ver todas, me tubo sobre la cama, otra vez con la tonta sonrisa, y observo que hay una foto de cuando estaba detrás de mí y me agarro por la espalda en el globo, justo cuando susurraba en mi odio, en el techo. La foto es impresionante porque es del mismo tamaño que mi cama. Me giro para verla mejor y me doy cuenta de que la foto que tengo de Ethan y mía sobre el baúl, esta tumbada boca abajo. Sonrío. A veces Dean puede ser muy competitivo, pero sobretodo infantil.